El origen de la Villa de Alquézar se remonta al dominio árabe. De ahí su topónimo ‘Al-Qasr Banu Jalaf’, que significa, castillo de los descendientes de Jalaf.
Se cita que pudo ser el año 802 cuando este caudillo árabe ordenara la construcción de la fortaleza de Alquézar para proteger a la Barbitanya (Barbastro) de la amenaza del condado cristiano del Sobrarbe.
A finales del siglo XI, en el año 1065, siendo rey Sancho Ramírez (hijo de Ramiro I), Alquézar se convierte en fortaleza cristiana ‘Castrum Alqueçaris’ frente a los musulmanes, constituyéndose en punto clave para posteriores etapas de la Reconquista.
Tras la incorporación al Reino de Aragón de Huesca y Barbastro, Alquézar pierde su importancia militar y estratégica pero, sin embargo, pasó a ser un centro eclesiástico y comercial clave.
La época de máximo esplendor de Alquézar corresponde a los siglos XVI, XVII y XVIII. En este período se construyó la actual iglesia de la Colegiata, la planta superior del claustro, se enriqueció su patrimonio con valiosos retablos artísticos y se edificó la Iglesia de San Miguel, entre otras construcciones.
(Texto extraído del libro “Alquézar”, editado por el Ayuntamiento y realizado por el Centro de Educación de Adultos Somontano de Barbastro. 2006).